Hace un par de semanas vi una película alemana que se llama La vida de los otros, bastante interesante por cierto. No voy a relatar aquí el tema ni una crítica a la película. Sólo me llama la atención que últimamente está bastante de moda pasar películas que hablen de la vida de algún que otro escritor (ficticio o real). Al menos son las películas que circulan entre el ambiente pseudo intelectual en el que me muevo.
Digo pseudo intelectual porque entre mis amigos de la facultad (no me gusta el término "compañero" tiene una carga un tanto negativa en la historia política de mi país, "camarada" otro tanto -no hay que olvidar que la izquierda argentina apoyó el golpe militar del '55-, ni hablar de correligionarios. Por ende termino recurriendo a amigos, que si bien también tiene una carga un tanto trágica, lo es en el plano universal y no el particular argento) no conozco a nadie verdaderamente intelectual (al menos personalmente). Intelectuales eran los de antes. Entre mis amigos de la facultad (dicho sea de paso, curso la carrera de Letras Modernas en la UNC) no hay nadie, absolutamente nadie, que haya comenzado a leer antes de los catorce años. Una verdadera atrocidad. Intelectuales eran los de antes, antes se leía un libro de trescientas páginas a los nueve o diez años. Nada de eso ocurre ahora ¡qué calamidad!. Los niños de esa edad miran dibujitos animados, películas, en síntesis televisión.
Probablemente ocurra que hoy en día la intelectualidad pase también por ese lado. Probablemente ocurra que hoy en día la cultura esté constituida también por otras cosas, no sólo por libros. En ese caso, "el universo (que otros llaman la biblioteca)" ya no estaría repleta de "volúmenes con inscripciones pictográficas", sino que sería una audio-biblio-video-teca. Un segundo, ¿no es eso la internet? ¡Entonces, el dominio de la intelectualidad empiza a jugarse entanto y en cuanto aquellos que navegan por la net!
Nueva regla para la apropiación del canon: "Si usted desea ser un verdadero intelectual navegue por la red, tanto como pueda"
¡Qué bueno, ya casi puedo decir que soy canónico!
¡Hace largos años que no vivo sin internet!
Digo pseudo intelectual porque entre mis amigos de la facultad (no me gusta el término "compañero" tiene una carga un tanto negativa en la historia política de mi país, "camarada" otro tanto -no hay que olvidar que la izquierda argentina apoyó el golpe militar del '55-, ni hablar de correligionarios. Por ende termino recurriendo a amigos, que si bien también tiene una carga un tanto trágica, lo es en el plano universal y no el particular argento) no conozco a nadie verdaderamente intelectual (al menos personalmente). Intelectuales eran los de antes. Entre mis amigos de la facultad (dicho sea de paso, curso la carrera de Letras Modernas en la UNC) no hay nadie, absolutamente nadie, que haya comenzado a leer antes de los catorce años. Una verdadera atrocidad. Intelectuales eran los de antes, antes se leía un libro de trescientas páginas a los nueve o diez años. Nada de eso ocurre ahora ¡qué calamidad!. Los niños de esa edad miran dibujitos animados, películas, en síntesis televisión.
Probablemente ocurra que hoy en día la intelectualidad pase también por ese lado. Probablemente ocurra que hoy en día la cultura esté constituida también por otras cosas, no sólo por libros. En ese caso, "el universo (que otros llaman la biblioteca)" ya no estaría repleta de "volúmenes con inscripciones pictográficas", sino que sería una audio-biblio-video-teca. Un segundo, ¿no es eso la internet? ¡Entonces, el dominio de la intelectualidad empiza a jugarse entanto y en cuanto aquellos que navegan por la net!
Nueva regla para la apropiación del canon: "Si usted desea ser un verdadero intelectual navegue por la red, tanto como pueda"
¡Qué bueno, ya casi puedo decir que soy canónico!
¡Hace largos años que no vivo sin internet!
2 comentarios:
Estimado sr. Atkinson:
Releo su entrada y sus notas donde el sr de Paz. Gracias por las recomendaciones en las segundas (Sigo leyendo ficción, pero rara vez paso de 1950). En cuanto a la primera, me ha hecho recordar los tiempos del instituto en los que el día, plagado de carreras delante de la policía o reuniones clandestinas, daba paso a la noche sin fin sujetando en las manos la última novela del autor de turno. Recuerdo a los sudamericanos leídos con pasión, a los franceses con el temor de quien se asoma al balcón de un piso cincuenta. Recuerdo –yo qué sé- “El cuarteto de Alejandría” al que luego no encontré el más mínimo interés, los vergonzosos fracasos con Joyce o con “Bajo el volcán”, del que tenía una edición con letra minúscula que no ayudaba demasiado. Recuerdo los temblores de la poesía compartida con las mujeres.
A lo que iba (¡Cómo me disperso!) es a que, efectivamente. Nos metíamos entre pecho y espalda lo que nos pusieran por delante sin temor a las horas. Los días o las noches. Me encanta la red. Me parece incluso que estoy levemente enganchado, pero ¡ah! Aquellos maravillosos tochos, leídos de corrido, cuando el cuerpo, los ojos, la espalda y los bíceps gritaban ¡Más, más!
Atentamente.
p.d. ¿Y esto del recuadrito que te vaya bien etc?
Sr Anónimo:
Disculpe la tardanza, he pasado un fin de semana alejado de la red. Un pequeño retiro por las sierras cordobesas, menciono esto porque parece ser que es usted un aficionado al turismo y es un lugar que no debería perderse, algo similar a Sierra nevada pero con unos 12º más de temperatura. Esos retiros propios de la juventud, con algún que otro libro.
Muchas gracias por su comentario, realmente suena paternalista y tiene en cierta medida un aire de cariñosismo (si es que la palabra existe, por supuesto).
Con respecto al último párrafo de su comentario, sí, es cierto, lo admito, etc, etc, no puedo contener los impulsos, tanto béceps, triceps, espalda, cuádriceps y demás músculos del cuerpo me gritan: ¡leete lo que encuentres por el camino, pero leelo ya!
Algo similar me ocurre al momento de escribir (al menos en el blog), publico nada más que impulsos, o para que suene más "bonito" improvisaciones (creo que le llaman literatura impulsiva, ¿no?). Es algo que se nota en falta de corrección en signos de puntuación, o alguna que otra palabra repetida. En síntesis, vendría a ser una especie de campo de atletismo donde uno se pone a practicar para después pasar a una competición final.
Pero bueno, ¡qué más da!, no hace falta tanta explicación. Es nada más que cuestión de leer o escribir. Alguna vez escuché decir a un escritor sudamericano del Siglo viente que todo el mundo puede corregir una página, pero no cualquiera puede crearla. Tal vez por eso le pedía encarecidamente que opte por tirar la mano y esconder la piedra y no por la otra opción.
Atte JCA
PD: un pequeño juego con un viejo dicho popular ("Suerte, que te vaya bien y que te pise un tren"), ¿no lo conoce usted?. Yo lo aprendí en mi infancia, en Ugijar Granada.
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